Qué puedo decirles hoy

La verdad, no quisiera ni darles la hora, partida de hijueputas

Es normal sentir rabia algunas veces al día o quizá muchas veces, dependiendo la efervecencia del personaje. Mi grado de explosión es mínimo. Remplazo la ira por inmediata resignación. ¿Cuál es la ganancia al tirar todo al suelo, insultarle la madre a todo el presente y hacer una pataleta como las niñas malcriadas de las fiestas de 15 años que aparecen en televisión? No hay ganancia. Es mejor salir a la calle y caminar hasta que el entumecimiento de las piernas aliviane la incisiva aguja que nos perfora la cabeza.
Hoy se me quemó el disco duro, vida malparida!!!!

Es cierto, la unidad C y D de mi PC está muerta, sin embargo esa no fue la razón para dirigirme a ustedes esta noche. No hay razón. Quiero escribir y si alguien lee este texto ojalá lo reciba cordialemente.

La rabia nubla la vista, disipa la distancia entre lo prudente y los deseos de destrucción inherentes del hombre. Los dogmas sociales ocultan nuestro salvajismo.

Un poco de carne, azotar cabezas contra el asfalto, cercenar cuellos arrugados, son deseos que van invadiéndome mientras hago fila en un banco para pagar la tarjeta de crédito.

Fin de la cita.

Comentarios

Manuel Cerón ha dicho que…
Mi más sincero pésame, esfera de plenitud. Por experiencia sé cuan doloroso puede ser un desastre como este. ¡que se vayan todos a la mierda!