Yo en misa

Estuve en misa católica la semana pasada. La razón de mi visita al ranchito del altísimo fue escuchar un concierto gregoriano y puedo declarar que, sin importa cuales hayan sido los preceptos religiosos del tal Gregorio, el tipo era un muy buen compositor.
Disfruté enormemente las góticas voces de ultratumba del coro de cámara de la Universidad, pero lo que en mi cabeza quedó esa noche y el resto del día siguiente (o sea hoy) fue el discurso que dio el cura en medio de la santa liturgia. "Dios vive dentro de cada uno de nuestros corazones y debemos dejarlo salir mediante nuestros actos”. Muy bonita la frase. Conmovió a más de un feligrés. En mí dejó una duda de la que se puede sacar provecho:

Considerando que el mundo es la solidificación de un constante flujo de energías positivas y negativas que están rondando por los mares, continentes, polos, cielos, plantas, animales; en los que se intercambian las polaridades constantemente para mantener el equilibrio natural, para completar el ying yang universal, puedo pensar entonces que cada parte tiene su contraparte y, que si Dios vive en el corazón de cada uno de nosotros, el demonio también debe tener algunos predios en nuestras conciencias y subconciencias.

Lectores del mundo: Tanto dios como el diablo está en nuestro interior y debemos hacer tangible la presencia de estas dos entidades divinas a través de nuestros actos.

Que si damos pan al pobre, que el pan tenga gusanos.
Si vamos a visitar un enfermo, que nuestra visita sea para cobrarle algún dinero.
Si ayudamos a una viejecita a cruzar la calle, que la calle a la que la llevemos se la Calle Luna Calle Sol de Héctor Lavoe.


Un viejo y sabio proverbio declama “Haz el bien sin mirar a quien”. Después de hoy podremos decir “Haz lo que se te venga en gana sin mirar a quien, mientras el Altísimo y el Patas se manifiesten en nuestro quehacer”. Un estado social basado en la compensación, en el equilibrio de nuestros actos traerá como consecuencia la desaparición de los fenómenos hipócritas y voltiarepudos que nos aterran desde la mañana hasta el anochecer. Dejemos florecer el malgenio, los malos ratos, el guayabo, la tristeza. El carepastelismo està mandado a recoger. Solo los ilusos creen que la vida es un carnaval (con todo el respeto por la señora Celia Cruz), sobretodo cuando la fortuna te da la espalda. Hoy es uno de esos días.

Comentarios

Ana María Ruiz Valencia ha dicho que…
Buenísimo. me encantan este tipo de escritos ... Muy bien completado el refrán.